jueves, 25 de diciembre de 2008

¡FELIZ NAVIDAD 2008!

Se llamará Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Prícipe de Paz... (Is, 9:6)

“En los monumentos romanos Jano se muestra, como en el medallón de Luchon, con la corona en la cabeza y el cetro en la diestra, porque es rey; tiene en la otra mano una llave que abre y cierra las épocas: por eso, por extensión de la idea, los romanos le consagraban las puertas de las casas y ciudades (…)

Cristo también, como el antiguo Jano, porta el cetro real, al cual tiene derecho conferido por su Padre del Cielo y por sus antepasados terrenos; su otra mano tiene la llave de los secretos eternos, la llave teñida de su sangre, que ha abierto a la perdida humanidad la puerta de la vida. Por eso, en la cuarta de las grandes antífonas preparatorias de la Navidad, la liturgia sagrada lo aclama así: «O Clavis David, et Sceptrum domus Israel!… »

Tú eres, ¡oh Cristo esperado!, la Llave de David y el Cetro de la casa de Israel.

Tú abres, y nadie puede cerrar; y cuando tú cierras, nadie podría abrir ya…”


(L. Charbonneau-Lassay, citado por R. Guénon en Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada)