Newton no era sino un hombre de su tiempo, estudiaba la naturaleza muchas veces a través de los ojos de la religiosidad, identificando Dios y naturaleza. Para el la verdadera religión se encontraba corrompida por el tiempo y los hombres y solo podía volver a encontrarse explorando el mundo de la antigüedad, incluyendo en esta búsqueda de la fe original las investigaciones de la naturaleza. Tenía acceso a la biblioteca privada de Isaac Barlow, su predecesor en la Cátedra Lucasian, y a todas las bibliotecas de la Universidad de Cambridge, que contenían gran número de libros de ciencia. Puede ser este el motivo de que la biblioteca privada de Newton estuviera centrada en libros no científicos.
De el total de volúmenes de esta biblioteca personal, solamente el treinta y uno por ciento son libros de ciencia, siendo el resto volúmenes de teología, veintisiete por ciento o literatura, ocho por ciento, y ciento treinta y ocho libros exclusivamente sobre alquimia, contados dentro del grupo de libros científicos. En un texto inédito, Theologiae gentilis origines philosophicae, expresa Newton los rasgos principales de esa fe original en la que el creía. Afirma que en la antigüedad todos los pueblos adoraron a doce dioses bajo diferentes nombres, identificados con elementos, planetas o antepasados, siendo realmente los descendientes de Noé divinizados.
La fe inicial en un solo Dios creador había sido corrompida pues por la tendencia a la idolatría de los hombres. Newton consideraba al pueblo hebreo como al elegido por la divinidad para volver al monoteísmo, enviando a Moisés. Pero volviendo a caer de nuevo en la idolatría fue necesario un nuevo enviado, Jesucristo, que para él no era consustancial con Dios.
Así, el estudio de los documentos escritos dejados por las antiguas culturas serviría para definir la fe original y restaurarla. Solamente un hombre con unas cualidades especiales, un elegido, podría ser capaz de desentrañar los mensajes que Dios había dejado encriptados en los textos sagrados antiguos, en el lenguaje de los profetas, y Newton se sentía seguro de ser ese hombre. Su estudio favorito se centró en los libros de Daniel, en el Antiguo Testamento, y en el Apocalipsis, del Nuevo Testamento, aunque prácticamente analizó, casi desmenuzó, filológica e históricamente todos los textos sagrados que pudo encontrar, ya fueran hebreos, egipcios o babilonios.
Como base para sus estudios teológicos buscó la exactitud de las fechas y los textos originales, analizando largas cronologías y comparando diferentes escritos en griego, latín o diferentes escrituras de la antigüedad. Newton afirma que la Biblia es la fuente documental más antigua y fiel que tenemos, a pesar de las muchas corrupciones que el tiempo y los hombres han introducido en ella. Con todos estos análisis estaba seguro de descubrir el secreto plan que Dios tenía reservado para la humanidad y que permanecería oculto en los textos del Antiguo Testamento, algo así como el tan de moda hoy día Código de la Biblia, a Newton le hubiera venido muy bien la ayuda de un ordenador. Intentó demostrar que muchos hechos sucedidos en la historia ya se habían descrito con anterioridad, de forma encriptada, en la Biblia, dejando así constancia de la presencia de una mano divina en los textos sagrados e invulnerable a la corrupción de los textos con el tiempo.
Mas el plan maestro no podría desvelarse hasta el apocalipsis, ya que Dios quería que se reconociese su mano en los textos pero no hacer posible el predecir sucesos futuros, solamente se localizarían las descripciones a posteriori, Newton no creía que fuera posible leer el futuro en la Biblia, pues iría en contra de los designios divinos.
En cuanto al Nuevo Testamento Newton era totalmente herético, proponía que el texto estaba muy contaminado por las creencias trinitarias. Newton negaba el dogma de la trinidad, tomaba a Cristo como enviado de Dios pero no consustancial con el. Llegó a esta conclusión al estudiar la evolución del cristianismo en el Bajo Imperio Romano. La creencia trinitaria y la consustancialidad de Cristo con la divinidad se estableció en el año 325 d.C. en el Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino. San Atanasio asistió al concilio, y años después, siendo Obispo de Alejandría luchó contra la creencia de Arrio que sostenía que Jesús no era consustancial con Dios. Las creencias arrianas estaban muy extendidas y San Atanasio las declaró heréticas bajo pena de muerte, cometiéndose muchas atrocidades por ello y casi eliminando de la historia a los no trinitarios.
A pesar de pertenecer al Trinity College, Newton era un “arriano”, un antitrinitario. Se conserva un manuscrito suyo para el proyecto de un libro en contra de San Atanasio por sus atrocidades contra los seguidores de Arrio. Naturalmente estas creencias las mantuvo en lo mas profundo de su ser sin comentarlas mas que con unas pocas personas de confianza como en sus cartas con John Locke. Otra de la fijaciones de Newton era el estudio de la cultura egipcia antigua, pues consideraba que sus templos reflejaban grandes conocimientos astronómicos ya que los sacerdotes egipcios leían con acierto el libro de las obras de Dios, esto es, la naturaleza.
Fuente de esta nota: Westfall, Richard S. Newton´s Theological Manuscripts. Reidel/Dordrecht, 1982.
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