martes, 19 de agosto de 2008

EL APRENDIZAJE MASÓNICO

Por CHRISTIAN GADEA SAGUIER

El ingreso a la Masonería no supone ni garantiza el desarrollo de la espiritualidad masónica en cada iniciado. Lograrlo requiere un compromiso con uno mismo, a modo de transformar todos los aspectos psicológicos a la visión universal que ofrece la Masonería. Es un camino para pocos, debido al grado de dificultad y entrega que conlleva, pues a medida que va evolucionando el espíritu masónico en la persona, aumentan las responsabilidades y se esfuman las apariencias de los derechos.
A pesar de lo extraño y desconocido que puede resultar el camino, éste se encuentra abierto a todos los que ingresan a la Hermandad, pero sólo aquellos que se abran al significado de los símbolos logran traspasar el umbral iniciático. Para lograr este cometido no se debe ambicionar grados ni cargos, de todos modos son simbólicos. Más bien es necesario que el adepto se retire con frecuencia a su cuarto de reflexiones y allí concentrar la mente para consolidar el espíritu masónico.
Para el logro de la tarea no basta con conocer al detalle el significado de cada símbolo. El conocer hace referencia a la obtención y aprehensión consciente de significados, los cuales al ser inteligentemente procesados, constituye el conocimiento. Pero para alcanzar el saber en la utilización de los símbolos, el iniciado debe conjugar el contenido cognoscitivo conseguido y asociarlo comprensivamente a un posible uso práctico en todos los niveles de su vida.
Es en esta etapa, donde se recurre a ese conocer y saber, en principio teóricamente logrado, y pasa luego a utilizarlo de manera práctica, donde logra el saber hacer, que implica a su vez una constante actividad perfectiva y tendiente a la obtención de nuevos logros en la consolidación del espíritu masónico.
El desafío se hace efectivo, perdura y se logra cuando hay motivación, primera disposición personal del querer conocer, hacer y lograr algo en función del interés. Estar motivado es una actitud dinámica que impulsa a conseguir algo, movido por el impacto que produce la fuerza de sus motivos.
El aprendizaje logra su objetivo cuando, además de la motivación, hay organización estructural. Esta organización comprende una clara diferenciación conceptual en los símbolos, un procedimiento metodológico en su conocimiento para alcanzar el saber, y una comprensión del saber hacer, equivalente al entendimiento de adquirir el sentido de algo y la competencia para su aplicación en la vida cotidiana.
Pero antes de tomar este compromiso es menester comprender qué significa la espiritualidad masónica. Resumidamente la considero como una actitud ante la vida, determinada por una moral humanista, una ética ilustrada, y una libertad de conciencia que nos hace responsable de nuestra perfectibilidad.
En definitiva, no basta ingresar en la Masonería para convertirse en un masón, sino que es necesario aprender a ser, tomar sus símbolos y desarrollar con ellos una significativa filosofía de vida.

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