lunes, 2 de noviembre de 2009

DIOS EN LA MASONERÍA, UN ASUNTO CRUCIAL

Por Cuauhtémoc D. Molina García

El asunto de Dios, en la Antigua y Pura Masonería que nos proponemos trabajar, es más que importante; diríamos que es trascendental. No ocurre así con las modernas "masonerías latinas", de corte escocista afrancesado, en las que nuestros hermanos parecen discutir si Dios existe o no; si la Masonería es o no religiosa o re-ligante, si es espiritual o no, y si es "dogmática" o si no lo es.
La respuesta, a preguntas como las siguientes, la tiene el Libro Fundamental de la Antigua y Pura Masonería Gremial: las Constituciones de Anderson, cuyas bases se encuentran en los antiguos documentos escoceses -de Escocia, no del Rito de ese nombre-, por ejemplo las Constituciones de William Schaw.

Veamos;
¿Se puede conferir la iniciación masónica a personas que se encuentran en la línea del pensamiento de Carlos Marx, Benito Spinoza, o en el de Confucio? ¿Se pueden aceptar a los que creen en Dios, sin tener la certeza de que Dios es personal y revelado?
¿Se puede, en fin, iniciar en la Masonería a agnósticos y/ o a ateos?
El texto de 1813 de las Constituciones de Anderson dice:

Como fin de la larga división entre las "Antiguas" y las "Modernas", las dos corrientes se reunifican formando la actual Gran Logia Unida de Inglaterra que incluye el siguiente texto en sus nuevas constituciones:

En lo que respecta a Dios y la Religión:

Un masón está obligado, por su título, a obedecer la ley moral y si comprende
bien el Arte, él no será jamás un ateo estúpido ni un libertino irreligioso. De
todos los hombres, él debe comprender mejor que Dios ve de otra manera que el
hombre, pues el hombre ve la apariencia externa, en tanto que Dios ve el
corazón.

Un masón está, en consecuencia, restringido a no actuar nunca en contra
de los mandatos de su conciencia. Cualquiera sea la religión del hombre o su
manera de adorar, no está excluido del Orden, considerando que él cree en el
glorioso arquitecto del cielo y de la tierra y que él practica los deberes
sagrados de la moral.

Los masones se unen a los hombres virtuosos de todas las
creencias en el lazo sólido y agradable del amor fraternal, que les enseña a ver
los errores de la humanidad con compasión y a esforzarse por la pureza de su
propia conducta, de demostrar la alta superioridad de la fe particular que ellos
profesen.

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